Santo y seña
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        Desde la Edad Media, y en medio de sus diversas y sangrientas luchas, era usual el tener un santo protector y una palabra de contraseña para acceder a un castillo, a un grupo, a un encuentro o a un lugar. Evidentemente tal relación o dependencia se mantenía en secreto y se demandaba como signo de identificación. La expresión "santo y seña" equivalía pues el identificarse ante los defensores o centinelas.